domingo, 11 de julio de 2010

Método Polivalente y Epistemología

Método polivalente

Para la aplicación de la hipnosis se tienen en cuenta tanto el método de inducción como los tipos de sugestiones hipnóticas a utilizar en el proceso. El autor explica con claridad los tipos de sugestiones, su definición y cuándo es conveniente utilizar unos u otros, todo ello mediante ejemplos prácticos e incluyendo indicaciones respecto a cómo se debe enunciar las sugestiones para que sean más eficientes y se cumplan los objetivos perseguidos.

Respecto a los métodos de inducción, Capafons detalla las características de los métodos por relajación y presenta un método hetero-hipnótico por fijación de la mirada y relajación. También describe dos métodos polivalentes, que son la auto-hipnosis rápida (AHR) y el método activo-alerta, ambos desarrollados por el autor dentro de los ámbitos de la hipnosis despierta, de gran aceptación y reconocida relevancia en la comunidad científica y en el ámbito clínico, tanto nacionales como internacionales.
Según muestran distintas investigaciones, la AHR ha mostrado su capacidad para promover respuestas a las sugestiones, siendo, además, percibida como más agradable que otros métodos de auto-hipnosis. Consta de tres pasos bien estructurados que son muy fáciles de aprender y que, por sus características, permiten que la persona disponga de esta estrategia de auto-control mientras está con los ojos abiertos, sin necesidad de relajarse ni de adoptar posturas de aletargamiento. De este modo, el usuario puede aplicarla de manera disimulada en aquellas situaciones públicas donde se desencadena su problema, y activar las soluciones y estrategias terapéuticas necesarias en el mismo momento en que se le plantean las dificultades, consiguiendo así una superación más rápida de las mismas mediante la hipnosis despierta.


Por su parte, el método de inducción activo-alerta sigue la misma línea del anterior, ya que también es un método polivalente, es decir, que permite trabajar con hipnosis por relajación y con hipnosis despierta según se requiera en cada momento del proceso. Del mismo modo, ha mostrado generar mayores respuestas a las sugestiones y ser preferido a otros métodos activo-alerta, ya que resuelve las dificultades que estos otros plantean (Alarcón, Capafons, Bayot y Cardeña, 1999).

Como un aspecto práctico importante, cabe destacar que a lo largo de todo el libro los temas tratados se van ejemplificando mediante su aplicación a un caso clínico de fobia a volar en avión, incluyendo un capítulo completo para explicar el correcto uso de la hipnosis junto a la exposición.
También se incluye un capítulo dedicado a las posibles dificultades que pueden aparecer en el transcurso de la utilización de la hipnosis y la forma de proceder para superar cada una de ellas, de tal modo que el tratamiento resulte eficiente y eficaz.


Epistemología

La epistemología estudia la naturaleza y validez del conocimiento. También ha sido llamada Teoría del conocimiento (términos más comúnmente usados y difundido por los alemanes e italianos), o gnoseología (utilizado frecuentemente por los franceses). En las últimas décadas también es conocida como filosofía de la ciencia.
El propósito de la epistemología es distinguir la ciencia auténtica de la seudociencia, la investigación profunda de la superficial, la búsqueda de la verdad de sólo un modus vivendi. También debe ser capaz de criticar programas y aun resultados erróneos, así como de sugerir nuevos enfoques promisorios.

El problema fundamental que ocupa a la epistemología es el de la relación sujeto-objeto. En esta teoría se le llama "sujeto" al ser cognoscente y "objeto" a todo proceso o fenómeno sobre el cual el sujeto desarrolla su actividad cognitiva. De este modo, el problema se presenta en la relación de quien conoce y lo que es cognoscible. En esencia, se trata de la naturaleza, carácter y las propiedades específicas de la relación cognoscitiva, así como de las particularidades de los elementos que intervienen en esta relación.

Diferentes soluciones al problema de la relación sujeto-objeto
El pensamiento epistemológico surge, entre otras cosas, cuando la incoherencia entre el ser real del objeto y el saber subjetivo dado de este objeto, se convierte en objeto de la actividad intelectual. ¿Cuál es la relación mutua entre la substancia y sus formas fenoménicas, la relación entre lo individual y lo múltiple, entre reposo y movimiento, etc.? Esta fue la problemática planteada por la filosofía natural jónica y de Heráclito. Más tarde, en la escuela eleática, se enlaza el planteamiento cosmológico en forma consciente: a la sustancia le corresponde el saber verdadero, y a sus formas fenoménicas externas le corresponde el simple opinar, el saber falso.

Los sofistas fueron los primeros filósofos que señalaron el papel de las diferencias individuales en el conocimiento de la realidad, el papel de las condiciones perceptuales, etc. Así, afirmó Protágoras, el ser es para cada quien diferente. De ahí concluyeron que no puede haber ningún saber universalmente válido y, consecuentemente, tampoco un saber objetivo de la substancia. Para ellos era válido que algo fuera como aparece, que el hombre sea la medida de todas las cosas.
Para Platón, cada saber real debe de tener un carácter universal, persistente y objetivo y que, en consecuencia, no puede depender de las particularidades individuales y personales del sujeto cognoscente. En su filosofía se está reconociendo por primera vez, claramente, la necesidad de superar los momentos subjetivos del saber para poder reconstruir acertadamente el objeto de esta actividad cognoscitiva. Con esto se presentó la tarea de encontrar aquellas propiedades del objeto que se muestran perdurable en relaciones cognoscitivas distintas.

Esa es una tarea que, como veremos, ha jugado un gran papel en toda la historia de la filosofía, y que, ahora, se vuelve a discutir con mayor énfasis: por ejemplo, en relación con los problemas metodológicos de las matemáticas, la física y la psicología.
En este sentido es específico de la filosofía antigua que todas sus reflexiones sobre el conocimiento parten de la condición, en cierto modo completamente natural, de que el saber guardar una relación estrecha con aquello que el saber representa. Esto es, que el saber ser una imagen específica del objeto. Los procesos cognoscitivos son entendidos como "flujos" que salen, tanto del sujeto como del objeto, cuya unión externa y mecánica forma la imagen.

La teoría antigua del reflejo fue desarrollándose en las doctrinas de Platón y Aristóteles, los cuales, como idealistas, naturalmente no podían aceptar la forma ingenuo-naturista de los presocráticos. Pero fieles al supuesto fundamental de toda la filosofía antigua: la tesis de la unidad entre el saber y el objeto. Platón formuló la teoría causal de la percepción: comparó el sujeto cognoscente con un pedazo de cera y el objeto de la percepción con un sello que penetra la cera. En lo que se refiere a Aristóteles, expresó la idea de que el sujeto es potencialmente lo que el objeto cognoscible es en el momento.

En la filosofía antigua no se podía comprender que la actividad creativa del sujeto era indispensable para la construcción ideal del objeto. Se pensaba que el objeto verdadero sólo puede ser "dado" al ser cognoscente: todo aquello que es producto de su creatividad cognoscitiva subjetiva, sólo puede ser un simple opinar, una subjetividad, y por lo tanto, no es verdadero, no corresponde al ser.
Sin embargo, la filosofía de los siglos XVII y XVIII presenta un nuevo planteamiento del problema que se desarrolla en relación estrecha con las ciencias naturales. Esto se manifiesta principalmente, en la comprensión del sujeto, de lo subjetivo, como algo claramente diferenciado de la substancia material que le es lógicamente opuesto.

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